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Comprender ahora

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. El me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: ‘Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes’.

Jn 16,12-15


¿Por qué lo cristianos cuando hablamos de Dios hablamos de la Trinidad? Lo hacemos porque cuando Jesús habla de Dios lo hace diciendo que es su Padre y habla de sí mismo como igual al Padre, es decir, también como Dios, además habla del Espíritu también atribuyéndole características divinas, y, en todo momento dice que hay un solo Dios. Los primeros cristianos al escuchar esas palabras no intentan comprender que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo combinando conceptos filosóficos sino que simplemente comienzan a hacer todo “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Los primeros cristianos hablan con naturalidad de un solo Dios que es una comunidad y no alguien solitario. 

Por la influencia de un racionalismo que pretende explicarlo todo utilizando conceptos, a muchos nos enseñaron que la Santísima Trinidad es “un misterio” y con esa palabra se hacía referencia a algo incomprensible, a algo que escapa a nuestra capacidad, a un secreto al que nadie puede acceder. Pero la conclusión a la que se llega con esta manera de hablar no es solamente que Dios es algo inaccesible, además, sin mencionarla, se hace otra afirmación que queda como escondida: cuando algo no se entiende porque es “un misterio” entonces hay que callarse, no preguntar ni preguntarse, solo es posible aceptar en silencio.

Sin embargo Jesús no habla así, él afirma: “todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora”. Detrás de esa afirmación “no las pueden comprender ahora”, se abre una puerta, se abre una posibilidad, se dice que más adelante sí será posible y, por lo tanto, conviene seguir buscando respuestas, preguntar y preguntarse, hablar y pensar. Compartir nuestra perplejidad ante el misterio no lleva al silencio sino a la reflexión, al diálogo y, especialmente, a la oración.

Cuando escuchamos que Jesús dice a sus discípulos que el “Espíritu de la Verdad los conducirá a toda la verdad” nuevamente el racionalismo nos tiende una trampa y comprendemos esas palabras como si Jesús se estuviera refiriendo a “La Verdad” de los filósofos. Sin embargo al decir “toda la verdad” Jesús se refiere a aquello que él enseñaba: toda la verdad que había en sus palabras. Se refiere a que el Espíritu les iba a revelar toda la riqueza y belleza de esas palabras que ellos en ese momento aún no podían entender. 

Además Jesús explica cómo hará eso el Espíritu: “les anunciará lo que irá sucediendo…” ¿Qué quiere decir esto?¿Cómo se anuncia lo que está sucediendo? Con esa expresión se señala que el Espíritu les irá haciendo comprender, poco a poco, aquello que ya tienen ante sus ojos, aquello que viven. Será a lo largo de la vida que van a poder ir comprendiendo. Las palabras de Jesús se comprenden a medida que se vive.

Lo importante es que Jesús no habla de Dios como alguien poderoso que habita en algún sitio lejano y solitario. Con su manera de hablar de Dios Jesús dice que Dios es amor, es comunión. Porque Dios es amor es que en nuestras experiencias de amor vamos conociendo a Dios. A lo largo de la vida, en la medida que aprendemos a amar, aprendemos  cómo es Dios. Hace falta tiempo, son necesarias alegrías, tristezas, dolores. Para saber algo de Dios es necesario amar y ser amado.

Descubrir a Dios como una comunidad de amor también es importante para comprendernos a nosotros mismos. La Biblia nos dice que Dios creó al hombre “a su imagen y semejanza”, es decir que hemos sido creados a imagen y semejanza de una comunión, no somos imagen y semejanza de una soledad. Allí radica nuestra constante necesidad de comunicación, nuestra necesidad de compartir, nuestra necesidad de recibir y dar amor. La dimensión afectiva de nuestra vida es aquello que nos hace semejantes a Dios. O, para decirlo al revés: es gracias a que somos imagen y semejanza de un Dios que es amor nosotros necesitamos amar y ser amados. Cuando Jesús habla de Dios no nos habla de una realidad inaccesible sino de algo que ahora podemos comenzar a experimentar en la oración, en el amor, en el servicio a los demás. 

Cuando Jesús habla de Dios puede nacer en nosotros una necesidad de silencio, pero no de ese silencio que impone lo incomprensible, lo lejano e inaccesible, sino el silencio que brota en el amor, el silencio de la proximidad, lo cercano, lo que no podemos comprender ahora pero que ahora podemos comenzar a experimentar en la oración y en el encuentro con quienes amamos.


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2 pensamientos en “Comprender ahora”

  1. Hermosisima reflexion ! Sobretodo en cuanto a “Misterio”, a veces tan pobremente usado para no ahondar en lo comprensible
    Gracias!

  2. ” …..cuando algo no se entiende porque es “un misterio” entonces hay que callarse, no preguntar ni preguntarse, solo es posible aceptar en silencio……”
    Caramba, valiente lo suyo eh!!!!!

    Brillante como siempre!!!!!!
    Gracias!!!!
    Abrazo!!!!!

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