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Una propuesta para este Adviento

Evangelios Adviento, ciclo C, año 2024

Cuatro evangelios para leer y meditar en este tiempo de preparación para la Navidad


Primer paso: LEER ATENTAMENTE

En algunas ocasiones nos saltamos este paso porque después de leer un par de palabras creemos que ya conocemos los textos

Primer domingo

“Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo ante la expectativa de lo que sobrevendrá́ al mundo, porque los astros se conmoverán.

Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación. Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes, como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra.

Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre”.

Lucas 21, 25-28. 34-36


Segundo domingo

En el sexto mes, el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.

El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo». Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.

Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin».

María dijo al Ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?». El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios».

María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho». Y el Ángel se alejó.

Lucas 1, 26-38


Tercer domingo

Dios dirigió su palabra a Juan Bautista, el hijo de Zacarías, que estaba en el desierto. Este comenzó a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados.

La gente le preguntaba: “¿Qué debemos hacer entonces?”. Él les respondía: “el que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto”.  Algunos publicanos vinieron también a hacerse bautizar y le preguntaron: “Maestro, ¿qué debemos hacer?”. Él les respondió: “no exijan más de lo estipulado”. A su vez, unos soldados le preguntaron: “Y nosotros, ¿qué debemos hacer?”. Juan les respondió́: “no extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo”.

Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías, él tomó la palabra y les dijo a todos: “Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el espíritu Santo y en el fuego. Tiene en su mano la horquilla para limpiar su era y recoger el trigo en su granero. Pero consumirá́ la paja en el fuego inextinguible”.

Y por medio de muchas otras exhortaciones, anunciaba al pueblo la buena noticia.

Lucas 3, 2b-3. 10-18


Cuarto domingo

María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.

Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su vientre, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”.

Lucas 1, 39-45


Segundo paso: detenernos en aquello que nos “dijo algo”

Después de leer varias veces los cuatro textos podemos tratar de hacer una síntesis y de cada uno elegir tres frases, por ejemplo:


Primer domingo

a) Habrá señales y serán presa de la angustia / b) tengan ánimo y levanten la cabeza / c) estén prevenidos y oren incesantemente

Segundo domingo

a) ¡Alégrate! No temas / b) ¿Cómo puede ser? / c) El Espíritu Santo descenderá sobre ti

Tercer domingo

a) ¿Qué debemos hacer entonces? / b) compartir, dar al que no tiene, no exigir, no extorsionar / c) él los bautizará en el Espíritu Santo 

Cuarto domingo

a) Partió y fue sin demora / b) el niño saltó de alegría / c) feliz por haber creído


Tercer paso: volver a leer esas frases que nos “dijeron algo”

Ahora podemos leer varias veces estas doce frases y preguntarnos ¿qué se nos está diciendo?

Algunas respuestas posibles pueden ser estas:

El primer domingo: Estamos rodeados de señales que nos llenan de angustia y el evangelio nos invita a tener ánimo y levantar la cabeza, a no dejarnos angustiar por lo que ocurre. Es necesario estar atentos y orar.

El segundo domingo: Ante lo desconocido somos invitados a la alegría y a no dejarnos invadir por el temor, a recordar que también María se preguntó ¿cómo puede ser? y que en su desconcierto recibió como respuesta una promesa: Dios estará siempre con ella. 

El tercer domingo: ¿Qué debemos hacer entonces en estos tiempos? Compartir, ser justos, amarnos. Si estamos atentos y oramos “Él los bautizará”, que quiere decir “Él los transformará”.

El cuarto domingo: Superar la angustia y dejar que Dios actúe nos pone en movimiento. Entonces el niño saltará de alegría y seremos felices, porque en la confianza nace la felicidad.


Si simplificamos más podemos ordenar todo así:
Habrá señales / tengan ánimo / ¿cómo puede ser? / alégrate, no temas / ¿qué hacer? / comparte y confía / Él los bautizará / el niño salta de alegría / felices los que han confiado 

Cuarto paso: después de tener una visión de conjunto de los evangelios de este Adviento reflexionamos sobre cada texto

Primer domingo

Habrá señales / tengan ánimo y levanten la cabeza / 

Cada Navidad nos recuerda que creemos que Dios no está lejos sino que viene a nosotros en todos los momentos de nuestras vidas. En este Adviento, en el año 2024, los evangelios invitan nuevamente a la esperanza, recuerdan que a pesar de estar rodeados de muchas señales que asustan estamos invitados a confiar y que al confiar ya no puede atraparnos el temor. El Evangelio invita a tener esperanza, que no es lo mismo que pensar que todo va a salir bien, el que tiene esperanza no sabe si las cosas van a salir bien o mal, pero confía. Para quien tiene esperanza la alegría no depende del resultado sino de una promesa, la seguridad no se encuentra al final del camino sino al principio. Quien confía está abierto a las sorpresas y para él la alegría no depende de lo que ocurra. Quien tiene esperanza está atento, comparte y confía. El optimista, en cambio, es quien cree que todo va a salir bien, confía en sí mismo, está solo, lo único que espera es tener suerte.

En nuestros días estamos rodeados por el fantasma del miedo y si el miedo nos domina, la vida se llena de angustia. Mientras hay miedo es difícil la libertad y el mundo entero puede ser como una cárcel. A veces da miedo hasta pensar, no solo da miedo expresar los pensamientos sino también pensar. La esperanza ofrece un horizonte diferente y viene en nuestra ayuda. A diferencia del miedo que llena nuestra vida de señales de peligro la esperanza ofrece señales que abren caminos, ponen en movimiento, ofrecen un sentido. El miedo detiene y enmudece, la esperanza habla e impulsa a compartir.

Nuestra cultura ofrece como única respuesta al miedo el optimismo y las distracciones. El optimista afirma que no hay que preocuparse porque todo va a salir bien, dice que hay que ser positivo pero sin ofrecer ningún motivo, solo ofrece ilusiones e invita a dejarse llevar por “el entretenimiento”. De esa manera nos paralizamos. La esperanza, en cambio, invita a buscar, a avanzar hacia lo desconocido. El optimismo no requiere ningún esfuerzo, se presenta como algo obvio, a la esperanza hay que suscitarla, sostenerla, requiere decisiones exigentes que hay que tomar en contextos difíciles. 

La felicidad, la pasión, la creatividad, el amor, crecen gracias a las dificultades. Curiosamente si eliminamos los aspectos negativos de la vida es imposible la felicidad. Si como propone el optimismo negamos la existencia de todo lo malo que nos rodea, entonces la vida se reduce a “me gusta” o “no me gusta” y corremos ansiosos detrás de cualquier “like”. Imaginar que “todo va a salir bien”, además de aislar a las personas, convierte a cada uno en el único responsable de su propia felicidad y de esa manera es fácil caer en la peor trampa: cuando nos va mal nos alejamos de los demás y nos culpamos a nosotros mismos. La esperanza, en cambio, no nos encierra, no separa a las personas, las vincula, crece en las dificultades, no le da la espalda al dolor, genera una pasión, anima a avanzar aunque sean muchas las dificultades. La esperanza que nos regala la Navidad nos hace libres, nos impulsa a compartir, y nos anima a sostenernos unos a otros.


Segundo domingo

¿cómo puede ser? / alégrate, no temas /

En los relatos de los evangelios se dice que María ante el anuncio del ángel se pregunta “¿cómo puede ser eso?” Seguramente no fue la única vez que se lo preguntó, los textos nos dicen que en muchas ocasiones María “guardaba en su corazón” los desconcertantes acontecimientos de su vida. Ella, mejor que cualquier otra persona, nos enseña a vivir con esperanza en medio de todo tipo de dificultades, su alegría no nace de la ausencia de inconvenientes y dolores muchas veces inmensos, su alegría nace de una promesa: “no temas, María”. Así se lo enseñará después a su hijo y su hijo lo repetirá muchas veces a sus discípulos, a nosotros: “no teman”.

De la esperanza que se sostiene en las dificultades nace la verdadera piedad. La piedad no consiste en tener lástima de alguien ni, tampoco, en poner cara de místico en la misa. La piedad es un sentimiento profundamente humano y cristiano, es una manera de vivir que no oculta los sufrimientos sino que los vive con fe y esperanza. Con la genialidad de los artistas ese sentimiento está expuesto en La Pietá de Miguel Ángel y en otras imágenes similares, ¿por qué se llaman así? Para respondernos tenemos que hacer un pequeño esfuerzo de imaginación: si a La Pietá le quitamos el cuerpo de Cristo veremos solo a una joven mujer muy bella en una actitud serena y si le quitamos a María solo podemos ver un cuerpo sin vida. Al mirar toda la imagen, la belleza de María y el dolor del Cristo muerto, podemos ver la piedad. La piedad es un sentimiento que reúne en un mismo momento el dolor y la esperanza. La Pietá nos recuerda que a las dificultades podemos vivirlas con angustia, con miedo, con enojo y de muchas otras formas, pero también podemos vivirlas con esperanza. San Pablo les dice a los primeros cristianos: “ustedes no estén tristes como los que no tienen esperanza” (1 Tes 4, 13), no les dice que no pueden estar tristes sino que hay muchas maneras de estarlo, se puede estar triste y a la vez tener esperanza. 

En la imagen de La Pietá de Miguel Ángel María es una mujer muy joven, se parece más a aquella jovencita que recibe la visita del ángel que a la mujer ya mayor que recibe el cuerpo de su hijo crucificado. El artista expresa así la fe y la esperanza que acompañan a María durante toda su vida. La piedad no trata de reprimir u ocultar el dolor sino de vivirlo sin perder por ello la esperanza, de llorar todo lo que haya que llorar pero con esperanza. Experimentar el sufrimiento sin enojo ni desesperación no es lo mismo que ocultarlo, que actuar como si no pasara nada. Esa actitud de ocultar y reprimir el dolor es típica de nuestra cultura, ella ofrece una manera de vivir que nos anima a distraernos, a entretenernos, en lugar de animarnos a vivir la vida con intensidad y piadosamente. María invita a vivir nuestro propio “¿cómo puede ser?” con dignidad, con alegría, sin temor. 


Tercer domingo

¿qué hacer? / comparte y confía / Él los bautizará

La esperanza no es resignación, no se opone a la acción, al contrario, la esperanza nos pone en movimiento. Es el optimismo el que paraliza. El optimismo y el pesimismo nos encierran en nosotros mismos y nos abandonan en las manos de la suerte, en cambio la esperanza impulsa a buscar soluciones y a compartir. La esperanza no es solitaria, siempre necesitamos vivirla con otros y de esa manera se fortalece. Si nos mueve la esperanza también somos capaces de compartir nuestros bienes, nuestro tiempo, nuestros talentos. La caridad, que es amor gratuito y desinteresado, aparece cuando somos personas esperanzadas. La sociedad en la que vivimos nos llena de miedos y ese temor nos aísla y nos convierte en personas egoístas que solo pueden pensar en sí mismas. Como remedio para el temor nuestro tiempo ofrece un optimismo que aumenta la soledad y nos hace sentir culpables, nos obliga a pensar que la responsabilidad siempre es nuestra, nunca de la sociedad, se nos convence de que somos nosotros los que tenemos que cambiar, la sociedad es inmodificable. Según esa manera de ver nosotros siempre tenemos la culpa por no ser suficientemente “positivos”, “creativos”, “gestores de nuestro crecimiento”, la injusticia que nos rodea debe ser aceptada como un dato de la realidad. La resignación viene de la mano del optimismo, no de la esperanza.

A la pregunta sobre qué hacer el evangelio nos responde “comparte”, “el que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto”, pero solo podemos compartir si nos mueve la esperanza. Lo primero que tenemos que compartir es precisamente nuestra esperanza y a medida que la compartimos es más fácil poner en común nuestros bienes. Además de compartir con generosidad es preciso cumplir con nuestras responsabilidades, ser justos, “no exijan… no extorsionen… no hagan falsas denuncias…”, la esperanza anima a la justicia, el optimismo encierra en la lucha de todos contra todos. En medio de las dificultades la esperanza abre caminos para confiar, el optimismo de la sociedad de consumo nos encierra en la competencia y nos obliga a desconfiar. 

“Él los bautizará” quiere decir “Él los transformará”, bautizarse en los evangelios es comenzar una nueva manera de vivir que brota de la fuerza de Dios que actúa en nosotros. Esa transformación no se refiere en primer lugar a un cambio moral, un abandono de “las malas costumbres” o de “la vida de pecado”, la primera característica de los bautizados no es la perfección moral sino la actitud de completa confianza en Dios. El bautizado es “una nueva creatura” porque es alguien que confía en Dios y esa confianza en Dios, como la confianza en los hermanos y en nosotros mismos, se manifiesta en la esperanza. El Adviento invita a vivir de una manera nueva y para lograrlo más que nuestra fuerza de voluntad es necesario cultivar esa esperanza que brota del Evangelío.


Cuarto domingo

El niño salta de alegría / felices los que han confiado 

Los cristianos no confiamos en nuestras propias fuerzas sino en la fuerza que nos viene desde ese niño que recibimos de nuevo en cada Navidad. ¿Cómo es esa fuerza? ¿un superpoder que nos llega de lo alto? ¿nos transforma una potencia milagrosa? Dios no interviene en nuestras vidas como un mago que con una varita cambia nuestras vidas, Dios nos transforma con un niño que nace en un pesebre y que despierta en nosotros una esperanza que nos llena de una fuerza que no confía en que todo va a salir bien sino en que todo tiene sentido, una fuerza que enciende una pasión, que ofrece una incómoda libertad y no una confortable prisión. Dios hace nuevas todas las cosas sembrando en nuestros corazones una esperanza que supera nuestra capacidad de imaginación, una esperanza que sería una ilusión, un espejismo, si no se apoyara en la vida de un hombre concreto que caminó nuestra tierra y con su vida y sus enseñanzas la transformó para siempre. “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24, 35).

La sociedad de la producción y el consumo obliga a trabajar, a cambiar y a esforzarse permanentemente, la esperanza también nos impulsa a la acción, pero son dos impulsos completamente diferentes. La esperanza no se impone como una obligación a la que es necesario responder por una cuestión de supervivencia, la esperanza mueve a la acción desde la libertad interior, desde la necesidad de vivir plenamente y de levantarnos cada mañana con una motivación que le da sentido a la vida. La esperanza ofrece alegría en lugar de placer, ofrece trascendencia y sentido en lugar de éxitos y triunfos. Los éxitos y los triunfos siempre suponen que otros han sido vencidos, la esperanza no lucha para vencer sino para construir, no pretende imponerse sino servir.

“Feliz de ti por haber creído”. La que ha creído es llamada “feliz”. La que ha creído es la que ha confiado, la que tiene esperanza. La historia de esas dos mujeres apenas ha comenzado, los niños aún están en los vientres, todo está por-venir, y, sin embargo, ya es posible “estremecerse de gozo”. La esperanza trae felicidad, no bienestar, no se parece a un like sino a un beso. Quizás por eso quienes vivimos en estos tiempos podemos considerarla una ilusión vacía, porque hoy parecen más reales “los likes” que los besos. De tanto desconfiar ya no creemos que la confianza sea posible y por eso nos dejamos atrapar por el optimismo que nos impone la sociedad. Preferimos disfrazarnos de “papá Noel” en lugar de acercarnos al ´pesebre. Entonces nos quedamos sin experimentar la alegría de quienes son felices “por haber creído”.


Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado

(Isaías 9,6)


5 pensamientos en “Una propuesta para este Adviento”

  1. Qué riqueza Padre,que JESÚS LO ABRACE,por este regalo!!!estoy sólita y un poco triste,ayer aniversario 61 años, y mi esposo ya hace 2 años en Navidad partió, mis hijos lejos,pero esta tarea me ,da impulso para seguir👣Gracias ⚘️

  2. Pingback. Tengan ánimo y levanten la cabeza – Jorge Oesterheld

  3. Gracias padre Jorge por estas reflexiones. Esperanza, confianza, libertad interior, comunionalidad y justicia, categorías que compartiste, nos invitar a vivir de modo nuevo este adviento!

  4. Pingback. La esperanza de María – Jorge Oesterheld

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