Ir al contenido

No sospechaban nada

Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé. En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca; y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Los mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada.

Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.

Mt 24, 37-44


¿Qué quieren decir estas advertencias de Jesús? “Estén prevenidos… estén preparados … el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada…” ¿Acaso quiere asustarnos? ¿nos está amenazando? Sin embargo en muchas ocasiones Jesús nos dice que no debemos tener miedo, todas sus enseñanzas parecen destinadas a desterrar el temor de nuestros corazones. ¿Qué se nos quiere decir entonces? En la comparación que se hace con los tiempos de Noé podemos encontrar alguna pista para responder estas preguntas.

En el texto se dice que antes del diluvio “no sospechaban nada”, estaban pensando en otra cosa, estaban distraídos. Podemos comparar esa descripción con algo muy actual: hoy estamos sumergidos en la “cultura del entretenimiento”. Hasta la forma de convivir se ha vuelto una especie de zapping constante. Ya no solo cambiamos de canal con el control remoto: también pasamos de un tema a otro, de una opinión a la contraria, de amigos, de ideas, de parejas, de creencias. Nos miramos a través de los teléfonos. ¡En lugar de abrazar a los niños los filmamos! El resultado es una abrumadora superficialidad en nuestras relaciones, pensamientos, opiniones y, hasta en nuestros afectos.

Si observamos bien descubrimos que en este relato no se dice que debemos temer sino que tenemos que estar preparados, y no es lo mismo estar asustado que estar preparado. Se nos está invitando a no vivir distraídamente, a no ser superficiales. Jesús nos dice que él está cerca, que puede llegar en cualquier momento y que si no estamos atentos podemos perdernos ese encuentro. No es una amenaza, es una manera de recordarnos su cercanía, él no está lejos, está más cerca de nosotros que nosotros mismos. Sin embargo, para que el encuentro sea real y podamos descubrir esa presencia, no basta con que el Señor nos busque y esté cerca; también es necesario que nosotros permanezcamos despiertos y atentos.

En toda la Biblia se nos muestra a Dios buscando el encuentro con los seres humanos, “¿dónde estás?” (Gn 3,9) es la primera pregunta que dirige Dios al hombre y a la mujer que se habían escondido. La escena nos muestra que tienen miedo y vergüenza pero Dios no está lejos, sale a su encuentro “¿dónde estás?” A cada momento, en cada oportunidad que nos detenemos a rezar, en cada instante en el que buscamos a Dios, el Señor nos repite la pregunta ¿dónde estás? No es la pregunta de un guardián que nos vigila, es la pregunta de alguien que quiere saber cómo estamos, cuál es nuestra situación, qué hay en nuestro corazón. Es la pregunta de quien espera que le prestemos atención, que aceptemos su proximidad.

Quizás nos encontramos atrapados en “la cultura del entretenimiento” precisamente porque tenemos muchos miedos y, también, por esos mismos miedos, cuando se nos habla de estar prevenidos y preparados nosotros creemos que se nos está asustando o amenazando. Es lo contrario. Se nos invita a estar atentos justamente para superar el miedo. Que “el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada” es una mala noticia solo si creemos que Dios es un enemigo, un juez implacable o un policía que nos está vigilando.

Jesús nos anima a alejar todos los temores, precisamente porque son esos temores los que nos impiden encontrarnos con él (y con lo mejor de nosotros mismos) en lo más profundo e íntimo de nuestros corazones. El Adviento es tiempo para no estar distraídos sino atentos; es tiempo para no esconderse y responder, con valentía y confianza, la pregunta repetida desde el principio de los tiempos: “¿dónde estás?” Cualquiera sea la respuesta no hay nada que temer, cualquiera sea nuestra situación Dios está cerca y lo podemos descubrir en el silencio y en la atención.

El tiempo de Adviento es el tiempo de la espera del Señor que viene. Viene en cada Navidad y en cada momento. Es un tiempo para no estar distraídos sino atentos, para no esconderse, para no tener vergüenza. El que nos busca sabe quienes somos, lo sabe mejor que nosotros mismos.




2 pensamientos en “No sospechaban nada”

Responder a Eloísa Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *